Una memoria pintada jamás será olvidada

24.04.2013 15:26

“Cuando las paredes hablan” hace un recorrido social y político retratado en muros de la ciudad. Se exhibe hasta el 23 de mayo

(Por Damián Balceda) La muestra de graffitis “Cuando las paredes hablan” propone un pequeño y contundente recorrido por las expresiones más naturales del pueblo argentino en épocas de tiranía y protesta. La iniciativa surgió desde la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad y su exhibición tiene lugar en el primer piso del Museo de la Memoria, con entrada libre y gratuita.

 Lejos está de tratarse de algo multitudinario o de gran magnitud, más bien se puede resumir como un collage gigante que reúne a todos aquellos muros que son pintados cada día en las arterias de la ciudad. No sólo debe interpretarse como un homenaje a los caídos en la dictadura, y aún en democracia, sino que también es el fruto de quienes se hablan, opinan o se expresan a través de su arte. 

 Los dibujos que se combinan con frases cortas y concisas logran darle un toque de dramatismo para apelar a la sensibilidad de los visitantes. De seguro que las edades influyen a la hora de interpretar esta muestra. Un joven que apenas lleva dos décadas de vida no encontrará respuestas a todos los interrogantes que se le puedan plantear cuando se proyecten esas imágenes sobre sus pupilas. Por el contrario, alguien que haya vivido en carne propia el abuso de poder o una injusticia que lo afectó, sentirá un escalofrío por su espalda al leer la frase: “…fueron en las tinieblas sepultados, o en la noche quedamos en silencio, o escupidos al mar sus huesos”.

 El final del recorrido deja ver la entrañable bicicleta de “Pocho” Lepratti, estacionada sobre un muro en el cual yacen los nombres de víctimas desaparecidas en el último Proceso de Reorganización Nacional. Nadie más representativo en Rosario para demostrar la impunidad que sufrió el “Ángel de la bicicleta”. La carga que debe el cierre de una historia dice mucho y en este caso el acierto es notorio.

 De cualquier manera, el acotado espacio físico que sus auspiciantes le dieron a este evento deja un poco que desear. Si bien las ideas plasmadas en cada rincón hacen que los ojos se llenen por doquier, también es cierto que hay mucho más por observar. Los habitantes que conocen perfectamente la ciudad saben dónde se esconden estas verdaderas piezas de artes. Sin embargo, para el turista no son armas suficientes como para invitarlo a descubrirlas fuera de ese ámbito.

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