Un escritor indefinible

17.05.2013 00:03

(Por Santiago Minaglia) Ningún lector de Kafka habrá dejado de notar que definir su estilo es, cuanto menos, complicado. Estarán aquellos que intenten colocarlo a los golpes en un esquema definido, como una pieza de rompecabezas que no encaja. Kafka es descolocación, falencia y un largo etcétera. Tal vez lo más apropiado sería leerlo y analizarlo, mas no encasillarlo. Si uno lee a los críticos y académicos encontrará que es: modernista, realista mágico, existencialista, hiperrealista, transrealista, marxista, anarquista y demás.

Franz Kafka publicó muy pocas de las obras que se conocen de él, quizá esto se deba al trato que recibió siempre de su padre (que le decía era un schiemiel, es decir, un inútil). La mayor parte de sus obras fueron publicadas póstumamente por un amigo llamado Max Brod a quien le confió los manuscritos para que los quemara cuando él haya muerto. Dice Borges en el prólogo a La metamorfosis de la editorial Losada en 1996: “A esa desobediencia feliz debemos el conocimiento cabal de una de las obras más singulares de nuestro siglo”.

En La metamorfosis se habla de la transformación de un joven llamado Gregor Samsa en un monstruoso insecto. Ver el relato de una manera alegórica quizá sería un error. La Real Academia Española define la alegoría como una figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. El problema está en que en La metamorfosis no se da a entender algo claro. En cambio, lo que podría favorecer esta definición es el hecho de que cuando el protagonista se transforma, si bien todos se asquean, a nadie le parece extrañar que haya ocurrido un hecho semejante. No obstante, el conflicto radica en qué sentido darle a esta transformación puesto que no hay una clave para que una interpretación prevalezca sobre otra. En la editorial Cántaro mencionan esto como “La parábola sin clave”.

Gregor Samsa trabajaba como viajante de comercio y era un joven responsable que mantenía a su familia compuesta por su padre, su madre y su hermana. Además, el protagonista debía pagar una deuda que su padre tenía, por lo que no le quedaba mucho tiempo para él entre viajes y más trabajo. Un detalle importante es que deseaba pagarle los estudios en el conservatorio a su hermana (ésta ejecutaba el violín) una vez terminara la escuela. Imaginaba que su familia no estaría de acuerdo con esto porque implicaría un gasto enorme, pero él estaba dispuesto a hacerlo de todas formas. En este hecho se ve que la juventud de Gregor no está del todo muerta, ya que quiere utilizar el dinero en algo que los más pragmáticos descartarían en seguida. O quizá no, tal vez la juventud de Gregor ya estaba condenada y encontraba en el arte una fuga para su hermana, para que ella no termine también siendo un monstruoso insecto.

Una pista para entender lo anterior es el párrafo final que dice: “Tornándose cada vez más silenciosos y entendiéndose casi inconscientemente con las miradas (los padres), pensaban que ya llegaba el momento de buscarle un buen marido (a la hija), y para ellos fue como una confirmación de sus nuevos sueños y buenas intenciones cuando, al final de su viaje, fue la hija quien se levantó primero y estiró su cuerpo joven”. Esto da lugar a atisbar que esas “buenas intenciones” fueron las que transformaron en insecto al hijo y que ahora, inconcientes, repetirían el mismo proceso con la hija al buscarle un marido y programarle la vida.

De esto se sigue que Gregor fue un producto de sus padres que lo hicieron caer y recaer en rutinas, viajes de negocio, hastío e infelicidad. La hermana podría haberse salvado si Gregor no hubiera muerto. De aquí surge la pregunta: ¿Es posible lograr la salvación solo o se da, únicamente, en compañía de alguien? Quizá a Gregor se hubiera salvado enamorándose o tal vez tomando clases de violín. Podría interpretarse que La metamorfosis trata subrepticiamente la renuncia a la juventud para dar un paso hacia la falsa adultez propuesta por padres inquisidores que proyectan en sus hijos ideales preestablecidos sin lugar al disenso.

Finalmente, cabe aclarar que, como se dijo al principio, hay varias interpretaciones posibles todas igualmente válidas. Leer La metamorfosis no es muy distinto de pararse frente a un espejo; sólo que en lugar de una placa vítrea están las hojas y las palabras, y en cambio de ver figuras y colores, se ven ideas. Leer a Kafka es leerse a uno mismo a través de otro.

¿Sabías que…

En la segunda guerra mundial los nazis llamaban “Ungeziefer” (alimañas o insectos) a los judíos condenados a las cámaras de gas y ése era el mismo término que Kafka utilizó para definir en lo que Gregor se había transformado?

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