Tiempo de cambio

(Por Sabrina Benitez) Hoy en día, al igual que en los ’80, ’90 o cualquier otra década la juventud suele ser una etapa complicada, repleta de dudas. Ya sea desde puntos decisivos como qué estudiar, hasta otros de menor importancia como qué ponerse esta noche. Al ser un período de conocimiento interno, maduración y aprendizaje no es poco común no sentirse seguro a la hora de tomar decisiones y mucho menos cometer errores. Sin dudas es una época de cambios, donde se dejan de lado muchas cosas para comenzar algunas nuevas y desconocidas, muy distintas a las anteriores.

Hace rato que las muñecas y los superhéroes quedaron atrás, y más de un amiguito que alguna vez dijo ‘para siempre’ ya no va a estar. Son años importantes para quienes los viven, algunos creen que es momento de hacer todo lo que antes no podían y más tarde no van a poder hacer. La rebeldía es una característica que más de uno le atribuye a los adolescentes, pero también poco a poco va siendo parte del pasado y le da lugar a un joven en busca de caminos, de respuestas.

¿Quién no escuchó a un niño decir ‘Cuando sea grande quiero ser astronauta’, o maestra? Sin embargo, a la hora de tomar las verdaderas decisiones, de pensar en un futuro ya no tan lejano esas ideas de la niñez suelen cambiar, en la NASA no parece haber lugar para todos. Es ahí cuando los jóvenes resuelven que quieren para los próximos diez, veinte o cincuenta años. Este momento, no a todos les resulta difícil, hay quienes siempre supieron que querían para su vida.

En cambio otros pueden necesitar equivocarse. Tomar malas decisiones para luego darse cuenta que no es lo que estaban buscando y vuelven a empezar. Se puede elegir mal una carrera, un primer trabajo ¿Por qué no equivocarse? No está prohibido hacerlo. Lo importante es poder lograr el objetivo esperado, encontrar ese ‘algo’ que los hace ser uno mismo, que los identifica.

Qué estudiar o de qué trabajar es una de las primeras decisiones que cada uno toma por sí solo. Muchas veces esta determinación incluye alejarse de la familia, ir a otra ciudad y tomar otra clase de responsabilidades. Pero también hay quienes lo hacen por simple deseo, porque prefieren la soledad, o buscan formar una familia. Cada uno tiene un objetivo distinto, una idea muy diferente del futuro que quiere tener pero todos lo hacen a su manera y ninguno es igual al otro. Lo fundamental es que cada uno tome su propio camino.