Los 10 años del puente y los cambios sucedidos

05.06.2013 13:59

Los intendentes de ambas ciudades se reunieron para celebrar el cumpleaños de una obra muy necesaria que cambiò vidas. 

 

(Por Santiago Minaglia) A diez años del enlace vial Rosario-Victoria, no se puede menos que celebrar y dar cuenta de una de las obras más importantes de Entre Ríos, que llevó a la ciudad de las siete colinas un progreso económico sin precedentes. El turismo, la hotelería, los restaurantes y las empresas de servicios fueron los sectores más beneficiados gracias a esto que el intendente Rubén Darío Gracilazo no dudó en calificar como “fantástico”, previo a mostrarse optimista en cuanto al advenimiento de más crecimiento.

 No obstante, sería una visión muy fría reducir todo a números, estadísticas y economía. La mirada de un observador analítico no podrá soslayar las vidas que el puente Nuestra Señora del Rosario facilitó o, incluso, modificó. Ocurre que el tiempo fluye como el río y aquellos tortuosos viajes en lancha a través de caminos que serpenteaban por las aguas del Paraná parecen ahora imágenes evanescentes intentando concentrarse en el recuerdo de alguien que fue un estudiante o, quizá, una maestra isleña. Y es que había viajeros de todo tipo en esas lanchas de aspecto desvencijado con el motor diesel gruñendo incansable.

 Para aquel que se encuentre ajeno ante esta situación no le costará empatizar si se imagina a un estudiante victoriense que regresa a su ciudad para visitar a la familia: primero esperando en la estación subfluvial,admirando los murales en los que Domínguez supo plasmar el olor de la isla; luego yendo hacia la lancha, bajando con cuidado la escalera de piedra para después asistir a la coreografía obligada que era necesaria para subir al transporte. El trayecto de cuatro horas (cinco cuando había bajante) quedará en el recuerdo: el avezado timonel que leía el río y conocía sus secretos; el café con leche de rigor a las 7 de la mañana; el motor que rugía con tanta furia que dificultaba la abstracción anhelante que el paisaje brumoso proponía. Finalmente llegar a destino, abrumado, y dar ese último salto hacia el muelle, hacia el hogar.

Obra del pintor de las islas Raúl Domínguez

 

 En esta década cambiaron muchas cosas, sobre todo para los victorienses. Ahora no es de extrañar que los jóvenes al terminar sus estudios secundarios decidan mudarse a Rosario, o que Victoria reciba turistas y gente “desconocida” a la cual cada vez el pueblo se habitúa más.

 El puente permite que crucen más de de cinco mil vehículos diarios, cantidad que se ve drásticamente aumentada en los meses de cosecha, donde lo atraviesan más de 1500 camiones por día. Además, la ciudad de las siete colinas recibe todos los fines de semana más de tres mil personas, hecho que obliga a las autoridades políticas a pensar en el turismo como una de las bases económicas de Victoria. En total son diez años de progreso que fueron celebrados el jueves pasado, a través de una concentración en el peaje del puente a la que asistieron los intendentes de ambas ciudades, seguido de una sesión especial llevada a cabo en el Concejo Deliberante de Victoria, donde se solicitó la creación de una doble vía, considerando los más de 15 millones de vehículos que circularon durante todo este tiempo.

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