Lo oculto detrás del francés: Mano a mano con Sylvia Molloy

30.04.2013 01:00

(Por Josefina Casanovas) “Tenía 14 años cuando entré al nuevo mundo de  la literatura francesa. Me enseñaba una francesa que frente a sus encantos sucumbí. Estudiaba de cerca sus reacciones, aprendí a declarar que la educación sentimental era superior a ‘Madame Bovary’”, manifestó la prestigiosa ensayista Sylvia Molloy. Reconocida como la pionera de la literatura lésbica argentina, la autora de En breve cárcel (1981) se presentó en ‑­Rosario en el marco del III Congreso Internacional “Cuestiones críticas”. Entre chistes y anécdotas, la novelista y actual presidenta de la Modern Language Association of America y del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana hizo un viaje por su propia historia, tocando algunos de los puntos más críticos de su vida.

 En el Centro Cultural Parque España (CCPE) se concentraron más de 150 personas a escuchar a la famosa novelista y crítica. Aunque se fue con sólo 20 años del país, estudió en Francia y vivió más de 30 en Estados Unidos, Molloy se considera argentina. “De mi bilingüismo, hablo desde un solo idioma porque he elegido hacerlo, lo hago desde el castellano –continúo-. Quiérase o no, siempre se es bilingüe desde una lengua, aquella en la que uno se aposenta primero, aquella en la que uno se reconoce”.

 Hija de descendientes ingleses y franceses, Molloy ha adquirido esos dos idiomas desde temprana edad. “Cada idioma tiene su territorio, su hora y su jerarquía. El colegio de mi infancia se dividía en dos mitades: inglés por la mañana y español por la tarde. Mis padres admiraban ese sistema pedagógico, no sólo por la división de tiempos y espacios lingüísticos sino porque el inglés está por la mañana cuando ‘están más frescas’”, recordó, entre risas, la ensayista.

 Aunque hoy hablar de homosexualidad ya no es tabú, cuando ella era joven había un “closet tácito” respecto a ello. Cabe destacar que su libro “En breve cárcel” relata su historia pero desde una tercera persona. En una entrevista en Página/12, Molloy expresó: “Había una circulación secreta del deseo, que no se nombraba. No lo nombrábamos nosotras ni quienes a priori lo criticaban. Yo jamás le oí decir la palabra lesbiana a mi madre, por ejemplo. Decía ‘mujeres raras’, o ‘amores raros’, y lo ‘raro’ era parte de la percepción que existía entonces”.

 Hoy, ya con arrugas en el rostro y pasados cuatro años de aquella entrevista, la profesora del Departamento de Humanidades de la Universidad de Nueva York confesó que se había enamorado de su profesora de francés. “Me gustaba lo que a ella le gustaba, por lo que yo pensaba que a ella le gustaba”, manifestó.

 “No reniego de esos amores prestados. Sin embargo, cuando escribí En breve cárcel, mucho tiempo después, recordando cuánto quería a mi maestra de francés y cómo se burlaba ella tiernamente de mi, adapté una escena de la educación sentimental –prosiguió-. La escena en que Madame vuelve una vez más a Frederick, esperando en vano reavivar en él su amor”. La académica la calificó como una adaptación “algo perversa”. “Fue así, ya que puse en lugar de la melancólica Madame, a la mujer que más me ha hecho sufrir en la vida. El plagio es, después de todo, una de las formas más nobles de la admiración”, remató.

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