Lo bueno en envase chico

29.06.2013 20:34

 

Las habilidades innatas que poseen muchos jóvenes necesitan ser pulidas como las piedras preciosas que se extraen de la naturaleza. En Argentina existen sobrados casos de niños prodigios que lograron trascender y seguramente hay muchos más por descubrir.

(Por Damian Balceda) Los niños que logran sobresalir del resto siempre llaman la atención de la sociedad y se convierten en objeto de admiración para propios y extraños. Sin embargo, explotar una habilidad desde tan temprana edad es un proceso que requiere de práctica, dedicación y una dosis de fortuna. El caso de Atahualpa Larrea, joven ajedrecista oriundo de Santa Fe, puede ser un caso singular para observar la punta del iceberg.

“Ata”, como lo conocen sus amigos, sufrió las consecuencias de la inundación que afectó a la capital provincial durante 2003. Su familia del precario barrio Santa Rosa de Lima, perdió gran parte de sus pertenencias, incluidos los juguetes de sus hijos. Entre las tantas donaciones que recibieron del resto del país, el nene que por ese entonces apenas había cumplido cinco años, quedó maravillado con una caja que tenía como ilustración un caballo. Jamás se imaginó que se trataba de un juego de mesa, y mucho menos de la pasión que en él despertaría.

“Cuando la abrí  y vi lo que tenía adentro estuve lejos de decepcionarme. La curiosidad me llevó a leer las instrucciones y aprendí rápidamente de que trataba el ajedrez”, relató el mayor de los tres hermanos de los Larrea. Hoy en día, a diez años de aquella odisea, se transformó en todo un referente dentro del deporte que practica y considera que eso fue “un regalo del destino”, el cual le puso un tablero sobre sus manos.

A raíz de su sorprendente talento fue entrenado por los mejores maestros del país y en un muy poco tiempo tuvo la oportunidad de competir en certámenes nacionales en representación de la Federación Santafesina. El  ajedrecista tiene recuerdos gratos e imborrables de esos primeros pasos, cómo lo que sucedió en Córdoba, cuando participó en un torneo disputado en Morteros. Al respecto soslayó: “Mi familia siempre fue humilde y me acompañó en todo. En esa oportunidad viajamos con una carpa porque no había plata para pagar un sitio donde hospedarnos. De día competía y a la noche dormía allí”.

Todo ese soporte que Ata recibió por parte de sus seres queridos, no estuvo secundado por el resto de las personas que se le acercaron en ese tiempo. En el 2007 fue desafiliado por la Federación sin una razón aparente, aunque él cree que se trató de una “discriminación encubierta”, dado que la disciplina que practica necesita de un sustento económico que el joven muchas veces no podía hacer frente. “Con todo eso aprendí que existe gente buena y mala en todos los ámbitos”, remató.

La vivencia de Atahualpa Larrea es quizás una historia desconocida para muchos y que apenas ha comenzado a forjarse. Sin embargo existen otros ejemplos en la provincia de niños prodigios. El más significativo sin dudas es el de Soledad Pastorutti. La cantante de Arequito que logró contagiar al país con su potente voz y su tradicional revoleo del poncho.

Desde pequeña los padres de la Sole le inculcaron la pasión por el folclore y mientras otros adolescentes jugaban en la calle, ella estudiaba canto y guitarra en Casilda junto al profesor Juan Carlos Carrera. “Me la trajeron por primera vez cuando tenía cinco años, por cuestiones de afinidad que yo tenía con la familia. Y en ese entonces ya demostraba todo su potencial”, rememoró su primer mentor. Al poco tiempo comenzó a subirse a los escenarios de algunos festivales regionales y perdió toda la vergüenza que podía tener una nena de tan corta edad al enfrentarse con su público.

El entusiasmo que le trasmitió su entorno hizo que ella comenzara a soñar en grande y por ello su papá, Omar Pastorutti, entendió que era tiempo para que su hija trascendiera. Carrera tiene guardado ese momento en su mente y contó: “Dentro del ámbito local era todo un suceso y se había ganado su nombre. Por eso en el verano de 1994 tuvo la posibilidad de viajar a Cosquín y mostrar su talento a nivel nacional”.

Esa primera experiencia en la tierra de la música folclórica no resultó demasiado grata. Se perdió la chance de subirse al escenario mayor en la última noche del tradicional festival, porque los menores de edad no podían actuar después de la medianoche. Pero lejos de que ese hecho pudiera representar un bajón en sus aspiraciones, Soledad volvió a la ciudad cordobesa un año más tarde y gracias a sus destacados shows en la peña oficial, se ganó el derecho de pisar la plaza Próspero Molina.

Quien fue su primer maestro también estuvo presente esa noche tan especial y desde las gradas fue testigo de la aprobación que el público le dio a su ex alumna. “Estaba tan convencida de lo que podía lograr que nunca bajó los brazos. Con 16 años se transformó en un fenómeno sin igual”, expresó Carrera. Y reveló que ese día la joven cantante estaba autorizada para entonar sólo dos canciones, pero ante el clamor popular y la ayuda de sus músicos, logró extender su presentación.

Seguramente esa oportunidad única que el destino y sus ganas, le pusieron en el camino hizo pensar a la artista de Arequito que no podía dejar de subirse a ese tren. Y para Jorge Bernardo Griffa, uno de los grandes formadores de juveniles en el ámbito futbolístico, llegar a consagrarse en el plano profesional es “un proceso largo que requiere de varios factores”.

El hombre que pasó por las divisiones inferiores de Newell´s y Boca Juniors, actualmente tiene su propia academia para niños, a quienes se prepara con la idea de competir al más alto nivel. Desgraciadamente según la estadística que manejan en la institución que él comanda, sólo el diez por ciento de los chicos que se van a probar terminan por conseguir el objetivo de jugar en Primera. En ese punto, el ex jugador de la Lepra comentó que la presión de los padres influye negativamente y añadió: “El que piensa que todos van a ser figuras está muy equivocado. Desde nuestra posición ayudamos a que ellos se desarrollen y capten conceptos básicos”.

La anécdota que retrata la forma en la cual Griffa llegó a ser un reconocido hombre del fútbol en sus tiempos, muestra de manera clara porque él piensa que para tener éxito en cualquier ámbito deben combinarse: una oportunidad, la capacidad y la suerte. “Cuando era joven y estaba en la divisiones menores de Newell´s todo el mundo me decía que tenía condiciones para consolidarme en el plantel de Primera. Pero para eso tuve que esperar casi tres años. Cuando se lesionaron los dos marcadores centrales que tenía el equipo, me llamaron y desde esa vez nunca dejé el puesto”, se explayó.

El talento (capacidad) del hombre nacido en Casilda siempre estuvo dentro suyo, aunque su momento (oportunidad) le llegó por las inesperadas bajas de dos compañeros (suerte). A veces el mundo se confabula para que las estrellas puedan brillar. Una inundación que trae consigo nuevos juguetes, una peña musical en donde muchos ojos observan o alguien a quien se le ocurre mandar a la cancha a un pibe que nadie conocía; pueden ser el inicio de una historia grande.

 

Futbol para todos

Dentro de una sociedad en la cual las oportunidades que se presentan no son iguales para todo el mundo, la ciudad de Rosario cuenta con un sitio particular para aquellos chicos y adolescentes en situación de riesgo. Se trata de la fundación creada por Lionel Messi en 2007 y que lleva su nombre.

Entres las distintas actividades que se realizan, la más importante pasa por la inclusión y educación de los jóvenes que quieren aprender a jugar al fútbol. Leonardo Fernández, es miembro activo y entrenador en las divisiones inferiores de Renato Cesarini, lugar en el que frecuentemente se realizan pruebas a cargo de la Fundación Leo Messi. “Este trabajo que me ofreció la gente de la institución me hizo crecer mucho como persona y te sentís realizado al ver de qué manera los niños se divierten pateando una pelota”, expresó el profesor.

Además el rosarino dijo que los chicos de la calle sienten menos presión de su entorno y juegan más liberados. “También estoy a cargo de la formación de futuros jugadores en otros clubes de la zona y ahí noto una gran diferencia. Los sábados cuando los nenes salen a la cancha se ven aturdidos por la impaciencia de muchos padres que pretenden que sus hijos sean cracks en poco tiempo”, justificó Fernández. 

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