La obesidad también toca a los más pequeños

22.04.2013 21:38

(Por Josefina Casanovas) Uno de cada cuatro escolares tiene sobrepeso en la ciudad. Esos son los valores que arrojó el censo del 2003 hecho por la Secretaría de Salud Pública. Aunque pasaron diez años, los resultados no cambiaron. “Ocho de cada diez chicos que vienen al consultorio son gordos, los otros dos pueden tener algún otro problema”, afirmó Analía Cabrera, médica nutricionista (UNR) del Servicio de Nutrición del Hospital de Niños “Víctor J. Vilela”.

En el mismo sentido, la especialista señaló que la obesidad infantil crece aceleradamente y se puede considerar un mal del milenio. Además la médica sostuvo que, contrariamente a lo que se pensaba, la obesidad en los chicos también tiene complicaciones. “Va desde la

hipertensión arterial, el colesterol y los triglicéridos altos hasta diabetes tipo II (insulina independiente) que antes no veíamos en un niño”, detalló Cabrera.

Sumado con lo anterior, esta enfermedad conlleva otra consecuencia que es el estigma social. Cabrera manifestó: “Los discriminan cuando van a practicar un deporte porque justamente necesitan bajar de peso y hasta los entrenadores de fútbol los ponen en el arco”.

Desde su punto de vista, la nutricionista Verónica Venini (UCEL), apuntó: “La falta de educación alimentaria a nivel familia, las cantinas poco saludables que hay en los colegios, y el alto grado de sedentarismo que hay hoy en los chicos son algunas de las causas de la enfermedad”.

También “lo ambiental” es un foco de esta problemática. “Lo que recibe como incentivo de la televisión, los estímulos para comer por un lado y para ser flaco exitoso por otro, es una ensalada que también enloquece a los chicos”, agregó Cabrera.

¿Cómo revertir esta situación?

Las profesionales aseguran que tiene que haber un cambio de mentalidad a nivel familiar. “Es un cambio integral y total partiendo de la base que uno tiene que inculcarle al chico que es necesario que realice cuatro comidas en el día –explicó Venini-. Además de una colación a media mañana y otra por la tarde”. Asimismo, cambiar la forma de cocción de los alimentos (que no sea todo frito), promover el comienzo de alguna actividad deportiva y reducir las horas frente al televisor y la computadora ayudarían a transformar esta situación.

“Los primeros que tienen que tomar conciencia que el chico está en un problema son los padres. El acompañamiento de ellos es fundamental, si no lo hacen, el 75 por ciento termina en fracaso”, enfatizó Venini. De la misma manera, expresó que el momento ideal para hacer una consulta es cuando observan un cambio en el patrón de la conducta alimentaria o un aumento de peso de una visita a otra en el pediatra.

La profesional aseguró que es mucho más difícil que siga el tratamiento un chico a que lo haga un adulto, y no porque el niño no quiera sino porque llega un punto en el que los padres no pueden seguir el ritmo necesario para sostener una alimentación saludable. “Están tan desacomodados, tienen tanto desorden en su propia alimentación, que intentar ordenar la del chico y a la vez la de ellos se les complica demasiado. Entonces prefieren dejar de cocinar algo sano y optan pasar por el automac”, remató.

Desde el Servicio de Nutrición del Hospital de Niños no dan una dieta sino que educan e informan al “gordito”. “Al chico le tenés que crear un hábito de alimentación, que a la larga es lo que lo va a proteger de la obesidad en la adultez”, remarcó Cabrera.

 

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