La literatura, una forma de alejar a la muerte

24.05.2013 16:47

Eso piensa la escritora y diseñadora gráfica María Laura Dedé, quien el viernes pasado vino a la ciudad para brindar una charla en la Biblioteca Argentina. Asimismo, Metamorfosis contó con su testimonio para conocerla un poco más.

(Por Santiago Minaglia) María Laura Díaz Domínguez, o como firma sus libros: Dedé, es una escritora e ilustradora que cuenta con una vasta experiencia en ambos ámbitos. Dentro de la literatura decidió orientar gran parte de su obra hacia los más chicos relatando historias donde la fantasía y la realidad juegan dulcemente en sus recintos. Respecto a lo anterior sostiene que no hay una frontera establecida entre ambos conceptos ya que la realidad es “un mundo siempre incompleto, siempre deviniendo en continuo movimiento” y que está hecha, también, de fantasía. Dedé se inició en el mundo de las palabras a muy temprana edad y no diferencia entre jugar y escribir. No obstante, lejos de tomarse la literatura a la ligera, la utiliza para conocerse a sí misma, fijar vínculos con los demás, abrir puertas y enlazar mundos.

- Usted ha dicho que los niños miran con extrañamiento y que de esa mirada surge la creación, ¿de qué manera crea usted?

Los niños ven, sienten, oyen, palpan y viven el mundo por primera vez; van naciendo con el mundo. Y esa manera de entrar (y salir) de la realidad es la manera que me inquieta, y a la que necesito volver para crear. Para los chicos la magia está en la calle, en un zapato, en una estrella, en la esquina. Lo real se vuelve sueño y el sueño puede encarnarse, también. Los chicos viven con otra lógica: una lógica de cuerpo, de forma, de sonidos, de sentidos, de poesía, de temblor. A medida que crecemos, sin embargo, se nos va imponiendo la lógica de la razón. Una lógica que -paradójicamente- nos moldea para no pensar. ¿Qué nos queda, entonces? Romper. Hacer algo con esto que somos, con lo que el mundo hizo con nosotros. Hacer mundo, también. Y para esto es necesario rebobinar y volver. Reencontrarse con el juego, con el cuerpo, con otras lógicas, con el sentir. En mi caso, la materia con la que juego son las palabras. Busco sentir sus vibraciones, dejar que me invadan sus imágenes y abrirme a su compleja red de significados. En ese juego entro, y así entro en juego con mi cuerpo y mis sentidos. Para dar sentido, dar a sentir. Jugándome y creyendo en mí, sobre todo. Dejando que las palabras se me rebelen, para que me revelen a mí, en lo más íntimo, y así poder dar esa voz.    

- ¿Qué significa para usted la literatura infantil?

Una literatura que incluso puedan leer los chicos. No es una literatura llena de diminutivos, finales felices y mensajes moralizantes. Es, en cambio, una literatura que vaya abriendo puertas y tendiendo puentes entre mundos. La temática es casi la misma que la de la literatura para adultos: en la literatura infantil se puede hablar de la muerte, de las separaciones, de la guerra... ¿o acaso ellos no lo viven, también, a su manera? La clave es justamente esa: la manera en que se aborda, tener siempre presente su mirada. 

- ¿Por qué decidió (si acaso esas cosas se deciden) orientar su obra hacia los más chicos?

Porque fue durante mi infancia que la literatura dejó su huella más profunda, y porque cerca de los chicos siempre me sentí muy cómoda. Porque siento que puedo jugar más. Creo que a través de mi literatura nos entendemos, y eso me hace muy feliz.

- ¿Por qué escribe?

Porque en el momento en que escribo me siento viva. Porque con la escritura me busco y a veces hasta me encuentro. Porque me ayuda a conocerme. Escribo, también, para establecer un vínculo con el otro. Que otro ser humano se conmueva con mi obra, que se la apropie. Escribo para alejar a la muerte.

- Escuché que usted empezó a escribir a los ocho años y que publicó su primer poema a los nueve, ¿en que cambió (más allá de su relación con las palabras) esa María niña con la mujer que ahora es?

Esencialmente, en nada. Los tópicos que me inquietan siguen siendo los mismos. La vida, la muerte, la justicia, el destino. Muchas veces me encuentro escribiendo una y otra vez sobre lo mismo, en diferentes formatos. Busco nuevas formas, quizás, pero la frescura de aquella nena que fui siempre está guiándome el camino.

- No falta la persona que señale que los niños ya no leen, ¿está de acuerdo con esto? ¿Por qué cree que es importante estimular el hábito de la lectura en los chicos?

No creo que los chicos lean menos que antes: leen distinto. Viven historias a través de otros lenguajes, también. De todas formas, hay dos cosas que me inquietan: una es la desmesurada oferta editorial, muchos árboles talados para nada: hoy los chicos tienen muchas posibilidades de encontrarse con un libro que sólo se pretende literatura, por eso es importante saber elegir, que es un camino que también se aprende. El otro asunto que me inquieta (relacionado con esto) es cuando un mediador va prefijando demasiado un recorrido lector. Todos somos diferentes y nos conmueven otras cosas, incluso uno mismo va variando según su momento, por más que haya una humanidad intrínseca que nos defina. Por eso, primero hay que observar lo que el chico elige (siempre y cuando tenga una oferta variada, sino no hay verdadera elección) y poder escuchar lo que necesita, para después orientarlo. Esto no quiere decir que no podamos leerle algo que nos guste a nosotros (la pasión se transmite, dicen), sino por el contrario: cuando un adulto referente le lee a un chico, ese vínculo íntimo que se crea es mágico, porque es de amor.

- Leí que desde niña le gustaba escribir y dibujar, y que es diseñadora gráfica, ¿qué importancia tienen los dibujos y los diseños en la literatura?

Son lenguajes diferentes que se complementan y hacen a un todo. Para los chicos que aún no leen, los dibujos y un buen diseño en un libro son la puerta de entrada a las palabras. A medida que crecemos esta palabra va cobrando protagonismo. Ya en un libro para adultos, la ilustración, el tipo de papel, el formato y todo lo que hace al libro objeto pasa a un segundo plano, aunque no deja de tener su relevancia. Donde la ilustración y el diseño siguen interactuando al mismo nivel que el texto es en otros formatos como el libro-álbum, por ejemplo, la novela gráfica o los libros de arte.

- ¿Qué es la fantasía? ¿Cree que en algún lugar hay un punto de fuga donde la fantasía y la realidad convergen o directamente no se plantea esa división maniquea fantasía/realidad?

Un escritor mira la realidad con ojos de fantasía... y hace de las fantasías, realidad. ¿De qué está hecha la realidad? La realidad está hecha de nuestros propios mundos (¡y nuestras propias fantasías!), un mundo siempre incompleto, siempre deviniendo en continuo movimiento. Y es en esa "incompletud" que necesitamos ser más, ficcionalizarnos. Tanto produciendo mundos (como autor) como entrando en ellos (lector), que también es una manera de producirlos. Mundos que, a través de un pacto -el pacto ficcional- pasan a ser, en un momento de ilusorio y de éxtasis, nuestra verdadera realidad. Sin embargo, y a pesar de todo esto, también a veces la realidad nos tira un ladrillazo por la cabeza, no te creas.

- Además del dibujo y la literatura, ¿qué pasatiempos e intereses tiene?

Vivo arriba de mi bicicleta, para pasear pero también para moverme de un lado a otro. Me gusta ver crecer mis plantas, nunca acepto bolsitas de plástico, amo la música (aunque no sé tocar instrumentos, siempre estoy a punto de empezar guitarra, pero...). Me gustan el cine, el teatro y salir a comer cosas raras que preferentemente no sean animales muertos. Amo estar con mis hijas, escucharlas y aprender de ellas. Amo leerles mis cuentos para que hagan sus aportes, o que directamente me ayuden a inventar. 

- Y finalmente, ¿qué proyectos futuros tiene?

Recibirme de Profesora de Lengua y Literatura (recién empecé la carrera), editar mi novela juvenil de terror "Detrás de la persiana", y otra para adultos que tengo, y algún día volver a casarme en Haití.

Dedé escribe para alejar a la muerte, y aunque ésta sea ineluctable, por medio del arte logra la única mueca de victoria posible. En sus historias Dedé se busca conectando mundos a través de una amplia cosmovisión. Y es en esa tentativa de contacto, ese État Second planificado, donde ella crea e invita a jugar a los niños que, como se sabe, se toman los juegos muy en serio.

 

Un poco de Dedé

A continuación, el cuento El semáforo loco narrado por el actor Nicolás Vásquez en el canal Encuentro:

En el cuento se puede apreciar claramente el mundo que la escritora les propone a los niños. A nadie le habrá resultado difícil recrear las imágenes del realismo mágico con el que juega Dedé utilizando un lenguaje convincente y, a la vez, risueño.

 

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