Ese arte de curar con sólo una sonrisa

30.04.2013 00:15

 

(Por Mailen Salemme) Ellos no son de este planeta. Vienen de un lugar donde la risa, el humor y el amor son los ingredientes necesarios para vivir. Un grupo de jóvenes que vinieron a este mundo con el objetivo de hacer la vida de los demás un poco más alegre. Con sólo contagiar un poco de alegría ellos sienten que su objetivo está cumplido. No miden las edades, ya sean niños o adultos los que necesiten de su magia, ellos están disponibles para todos. Con sus súper poderes convierten un dolor en una risa, aunque sea sólo por un momento.

 Se hacen llamar Payamédicos, son médicos o estudiantes de medicina que al ponerse su nariz roja se transforman en payasos con poderes curativos tan mágicos que ni la medicina puede alcanzar. ¿Su arma secreta? La risa. Estos extraterrestres van recorriendo los hospitales de todo el país buscando desconectar a los pacientes de ese mundo a veces un poco triste y llevarlos al lugar que ellos deseen.

 Payamédicos surge como un conjunto de ideas traídas de Europa por el doctor José Pelucchi y la psicóloga Andrea Romero, que allá por 2002 fundan la asociación civil como ONG y comienzan a dar los primeros pasos en Argentina. En 2007 se conforma Payamédicos Rosario, alineada con todo el resto de la instituciones a lo largo y ancho del país.

 Las principales ciudades que cuentan con asociaciones oficiales son Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tandil, Neuquén, Salta, Bariloche, Rosario, Santa Fe y Paraná con un total de casi 2500 Payamédicos en todo el país. No hay límites de edad para sus integrantes, que son desde jóvenes estudiantes de medicina o psicología hasta incluso artistas o médicos consagrados, que trabajan con disfraces, fantasías, sonrisas y calidez.

 Tienen herramientas propias, como el "estetosflorio”, mitad estetoscopio, mitad flor que sirve para escuchar el corazón de los pacientes. Porque el objetivo principal de ellos es atender su corazón, pero no el músculo perteneciente al cuerpo humano sino ese otro, color rojo, que se dibuja en el papel y sirve para enamorarse, emocionarse y ayuda a iluminar la vida.

 Y por supuesto tienen su propia magia, relacionada con la técnica de clown, que se define como: "Un hombre/actor que, sumergiéndose en su propia intimidad, va ayudando a que aparezcan sus aspectos más ridículos o aquellos no tan aceptables”.

 Alejo Benítez es Payamédico en la ciudad de Rosario desde hace años y cuenta que un día típico en su vida consiste en reunirse con sus compañeros y empezar a intercambiar ideas para una nueva misión. Una vez reunidos comienzan a cambiarse, transformándose en “doctores”, pero no uno cualquiera, sino en uno llegado de Saturno en su Payanave. Una vez que desembarcan todo su colorido, se dirigen por los pasillos y habitaciones de distintos hospitales y geriátricos de la ciudad desparramando su habitual alegría, llevando energía, magia y compañía a cada rincón del hospital o geriátrico. Al finalizar, regresan a Saturno: se reúnen todos fuera del ámbito de intervención para realizar el Payabalance del día o la Payasupervisión.

 “En lo personal siempre me gustó ayudar, dar o hacer algo por el prójimo, y siento que estoy aportando mi granito de arena a quien por algún motivo no la está pasando bien. Es el caso de un paciente hospitalizado o bien el caso de los abuelos que se encuentran en una etapa donde pueden ser dejados de lado, con menos contacto con la familia, y estoy convencido que la compañía, las acciones que tomamos sobre estas situaciones, les va a devolver un poco de alguna de esas carencias que hoy puedan tener. Como corolario y aunque el principal objetivo es el otro, el paciente o el abuelo, el Payamédico tiene una devolución, un retorno increíble, que es imposible pasar por alto a la hora de contestar por qué me gusta o por qué me siento gratificado”, confesó Alejo.

 En Rosario trabajan en lugares fijos, pero también se puede encontrar a Payamédicos en algún “desembarco de alegría”, actividades ocasionales surgidas por convocatoria de alguna institución. O en medio de un “payacalle”, los cuales se crean a partir del motus propio de algunos de los integrantes, y previo aviso a Payamédicos se sale a la calle con alguna consigna puntual. Como siempre, llevando todo el color y la alegría, aún fuera de un hospital o de un geriátrico.

 Hay cosas que la medicina no puede explicar. Por caso, cómo un grupo de personas con narices rojas, caras pintadas y colores alegres pueden ser capaces de aliviar el dolor de un nene enfermo o un abuelo deprimido. Ellos no curan, no son sanadores ni tienen en sus manos la solución a los problemas de los enfermos, sólo alivian el dolor, ayudan a estas personas a combatir esas enfermedades que muchas veces son inexplicables. Con sonrisas, magia y mucho amor, son los encargados de mejorar un poco la vida de los pacientes. No se atribuyen milagros, tampoco curan definitivamente una enfermedad, solamente hacen que la vida sea un poquito más linda.

 Muchas veces se olvida que el mundo está lleno de buenas personas y otras veces sorprende ver este tipo de noticias, pero es bueno saber que cada día, en algún rincón de este planeta, hay gente que se anima a hacer cosas por los demás. La mayoría del tiempo, sin recibir nada a cambio. Eso es motivo suficiente para sonreír.

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