Juan Sasturain: un hombre de mil palabras
17.09.2013 17:57“Somos lenguaje, no hay nada que no pueda ser expresado como relato", manifestó el distinguido periodista de Página/12.
Fotografía: Leandro Bartoletti
(Por Josefina Casanovas) Juan Sasturain es periodista, guionista de historietas, escritor y conductor de la televisión, oriundo de la ciudad Adolfo Gonzales Chaves (Sudeste de la provincia de Buenos Aires). Aunque soñaba con ser futbolista profesional, estudió y se egresó en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Como redactor pasó por Clarín, La Opinión y Página/12. Condujo el programa de televisión Ver Para Leer.
Actualmente se desempeña como profesor de Literatura y conduce el programa Continuará... en el Canal Encuentro. Autor de: Perramus (1983)
Manual de perdedores (1985); Manual de perdedores II (1987); Parecido S.A. (1990); Los dedos de Walt Disney (1991); Zenitram (1996); Los Galochas, esa Gente Exagerada (2007), entre otros. El tres de julio del corriente año fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
-Recuerdo que usted escribió un cuento sobre el seleccionado del Vaticano para las eliminatorias. No tendrán estadio en la Santa Sede pero ¿se puede decir que el fútbol ya es una religión?
-Sí, de algún modo, en tanto y en cuanto ocupe mucho en la cabeza de la gente, tiene muchos creyentes y seguidores. Para algunas visiones, bastante apocalípticas y críticas cumple la misma función que la religión de alienación. Es así para las visiones tradicionales de izquierda que decían que la religión era el opio de los pueblos. Para el pensamiento positivista del S. XIX servía para que la gente se embobara, en lugar de pensar su realización en la Tierra. Las religiones eran útiles para que no pensará en el futuro y que no luchara contra la injusticia. En ese sentido muchas veces por izquierda se ha considerado al fútbol como el nuevo opio de los pueblos, es decir, los trabajadores y los oprimidos del mundo levantan las banderas de las camisetas y las banderas de los clubes y no las banderas de la revolución social. En ese sentido se podría decir que hay quienes piensan en el fútbol como que cumple "la peor función” que cumpliría la religión. Pero a mi me gusta más pensar n los otros términos, hace poquito escribí una contratapa “ Ahora o nunca, Francisco”.El cura Bostelli es un personaje inventado que tenía esa idea, que puede ser un negoción ¿no? Se le ha escapado. (Bromea). Me gustaba joder mucho con eso de que el Vaticano tenga su propio equipo de fútbol y ahora que tenemos un papa argentino, y los argentinos son casi naturalmente futboleros, ojalá que Francisco haga algo. (Risas).
-Cambiando para otro sitio, la literatura y el lenguaje, hubo un grupo de intelectuales que aseguraban que la industria cultural actuaba como ‘mistificación de masas’.Cree que en la actualidad los medios cumplen esa función?
-Los medios de masas son unos signos reinantes del S. XX y del XXI y como su nombre lo indica están caracterizados por el alcance y la determinación. Es lógico que desde lo que podemos llamar la cultura consolidada de las bellas artes y el pensamiento tradicional proveniente de progresista o conservador (no importa eso) se lo ha siempre mirado bajo sospecha por la misma razón que hablábamos del fútbol hoy. Tiene que ver con el concepto de alienación, de formación de la mentalidad colectiva, etc. Ese debate sigue siempre abierto y hay razones para subrayar y ejemplos múltiples para subrayar la perversidad de los medios. Se ve todo el tiempo en qué medida pueden ser canal de transmisión de estupideces e imbecilidades. Pero por otro lado, en ese tipo de juicios, se suele subestimar a los receptores. Los críticos hablan de lo que le pasa a la gente, poniéndose en un lugar en el cual ellos no son gente, es decir, cuando uno sobreestima el poder de alienación de los medios, se supone que uno es desde dónde opina pero ¿uno no ve los medios? Yo trato de pensar siempre cuando emito juicios al respecto en mí, lo que me pasa a mí que no soy diferente a los demás. No tengo que pensar que yo puedo discriminar entre todo lo que me traen ¿por qué otros no van a elegir? Sabemos que en una sociedad de clases, en una sociedad imperfecta como la nuestra, que no todos tienen la misma posibilidad de discriminar, las mismas posibilidades de elegir, y peleamos para que eso no suceda pero en general muchas veces en la crítica, los medios de masas, trae implícita una subestimación del receptor. En general uno cree, yo creo más en la potencial capacidad de respuesta del receptor. La cultura se hace con todo, no se hace sólo con los libros ni con la comida, ni con las costumbres ni con lo que aparece en la televisión. Es resultado de todo eso, no solamente de un aspecto, nos nutrimos y nos enfermamos con todo. Nos alienamos y nos enfermamos tanto si nos encerramos a estudiar filosofía como si lo único que hacemos es prender la tele. Hay que ver los fenómenos que son siempre complejos. Por ejemplo, en nuestra cultura argentina del S XX, lo mejor de ella, es impensable sin los medios masivos. Muchas de esas obras, textos, se han construido al borde de la cultura reconocida porque es así, así parece que es como funciona la cultura, no es una anomalía. La cultura es básicamente dinámica, está viva. No sabemos de todo lo que pasa ahora qué va a perdurar. En términos culturales yo soy naturalmente conservador, no en el sentido retrógrado ni en términos de reaccionario, todo lo contrario. Conservador en cuanto tengo una visión de la práctica cultural que no cree en los valores de la vanguardia por si, ni de los cambios por nada. No siempre lo que es innovación es necesariamente regresivo, es decir, aunque la velocidad de los cambios parezca seducirnos en este tiempo no es necesariamente así y menos en la cultura. En la cultura no hay progreso, no existe ese concepto.
- Citando a Cortázar: "Si algo sabemos los escritores, es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como los que fueran alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados.
Digo ‘libertad’, digo ‘democracia’, y de pronto siento que he dicho esas palabras sin haberme planteado una vez más su sentido más hondo, su mensaje más agudo, y siento también que muchos de los que las escuchan las están recibiendo a su vez como algo que amenaza convertirse en un estereotipo, en un clisé sobre el cual todo el mundo está de acuerdo porque esa es la naturaleza misma del clisé y del estereotipo: anteponer un lugar común a una vivencia, una convención a una reflexión, una piedra opaca a un pájaro vivo”. ¿No piensa que esto está actualmente vigente?
-Respuesta:
- "Veo las palabras nunca son lo mejor para estar desnudos", es un fragmento de una canción de Spinetta ¿De qué modo cree que las palabras cubren la vida de todos los seres humanos?
Vivimos en un mundo de palabras, poniéndonos totalmente idealistas, no hay sentimiento sin expresión. No hay un sentimiento anterior a su propia expresión, si me cuesta encontrar las palabras es porque mi pensamiento no es claro. Mi pensamiento es aquel que y puedo formular en palabras. Hoy en día es común escuchar “no tengo palabras” y es un problema. Somos lenguaje, no hay nada que no pueda ser expresado como relato. Cada vez más creemos en eso, cada vez más uno se da cuenta que el relato atraviesa todo. Todo puede ser formulado en forma de relato, el relato nos constituye. No hay posibilidad de expresión fuera de un ser o parecer, fuera de las palabras, por eso es tan seductora y ran rica la escritura ¿no?
- ¿Cuál fue su necesidad de volcar sus pensamientos en libros?
-Ninguna necesidad de expresión de saber profunda ni detectable. Vino de una forma más mecánica e impresionista. Uno escribe porque ha leído, uno escribe porque lee y no viene por otro lado el asunto. La decisión de escribir es resultado de la experiencia de leer, además de la experiencia de vida. Pero es difícil una experiencia de vida que se convierta en una experiencia de escritura sin mediar la lectura. En mi caso está muy claro eso y creo que hay autores y lecturas que nos incitan a cambiar la vida, hay autores que nos distraen, otros que nos mueven el piso y autores que nos hacen escribir y son cosas distintas. Hay autores que te generan las ganas de escribir, despiertan en vos la posibilidad de escribir. Cuando vos te empezás a preguntar cómo hizo, ese es el camino para empezar a escribir porque es el procedimiento. La literatura no es qué cuenta sino el cómo. Si yo te cuento Romeo y Julieta, vos decís qué gansada, que historia boluda, mueren los dos por un error. Es una idiotez, un argumento que no banca ni la peor novela pero ¿dónde está Romeo y Julieta? en Shakespeare, en el cómo. Si lees a Gelman, Vallejos, Rulfo, Onetti, Hernández o Borges te das cuenta que era cuestión de palabras, no de sentimientos.
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