Día de la Chupina: El contraste entre los adolescentes revoltosos y los que eligen ser solidarios

15.05.2013 23:22

 

El festejo adolescente que se celebra el último viernes de abril de cada año, suele venir acompañado de hechos de violencia. Pero también hay que rescatar los buenos ejemplos de otros tantos alumnos de la ciudad.

(Por Melisa Concepción) Un nuevo Día de la Chupina invitaba a los adolescentes que cursan la secundaria al tradicional faltazo y festejo en los espacios públicos de la ciudad. Este viernes 27 de abril era el día señalado para el acontecimiento, desde la mañana los chicos de ese turno y de la tarde también, salieron de sus casas como cualquier otro día, pero en vez de entrar a la escuela se juntaban con sus compañeros para ir a sitios como el Monumento a la Bandera, el Parque de España, el Parque Urquiza, la Peatonal Córdoba y otros espacios recreativos de la ciudad.

Desde días anteriores se comentó la puesta en marcha del Operativo Chupina. El jefe de la Guardia Urbana Municipal (GUM), Gustavo Franco, dijo que se iba a dar un gran despliegue de sus comandados y de la Policía también. Alrededor de 360 uniformados fueron quienes salieron a la calle a custodiar el festejo adolescente; y tratar de evitar que se repitieran los desmanes ocurridos el año pasado, cuando el saldo había sido de un herido de bala, 60 menores detenidos y secuestro de armas blancas y mucho alcohol.

En este último viernes del mes se vivió un día primaveral en pleno otoño, la hermosa mañana marcaba 14 grados y por la tarde se llegó a los 30. El marco era ideal para que los chicos salieran desde temprano de sus casas a pasar un día entero con sus compañeros y amigos, compartiendo mates, charlas y algún tentempié. La zona del Monumento daba un contexto especial para el festejo: la calma del río, el verde de sus espacios, los tonos amarillos de las hojas caídas por el piso, junto al celeste del cielo adornaban el fondo de las fotos que los adolescentes no paraban de sacarse.

Por la mañana el día parecía marchar con absoluta tranquilidad, tanta que algunos se preguntaban para qué semejante despliegue policial. Sin embargo, los inadaptados de siempre, nunca tardan en llegar. Son los menos pero los que terminan empañando una jornada que era tomada como ejemplo. Alrededor de las 16 se comenzaron a registrar corridas por la zona de las peatonales Córdoba y San Martín. Cerca de un centenar de adolescentes que se juntaron en Córdoba y Laprida, según testigos del lugar, comenzaron una corrida irrumpiendo en varios negocios con el único objetivo de provocar daños y llevarse algún souvenir del festejo. En el local deportivo lindero a la bombonería Royal, comenzaron a tirar proyectiles a las vendedoras e intentaron sacar mercadería del negocio, según comentó a La Capital una empleada del lugar. Sintiendo los ruidos, los empleados de Royal reaccionaron con rapidez y bajaron las persianas antes que se acercaran allí. Sin embargo, eso no los detuvo y comenzaron a pegar patadas y tirar cosas. El incidente más grave se produjo en el bar de Entre Ríos y Córdoba, frente a la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, donde los revoltosos entraron y revolearon sillas rompiendo los vidrios del lugar. También saquearon algunos kioscos que encontraron a su paso y se vistieron de mecheras haciéndose de gorritas, celulares y cualquier elemento pequeño que no fuese propio y fuera fácil de llevarse, según relataron testigos que, por una u otra razón, se encontraban en la zona de la peatonal.

No son todos los adolescentes violentos pero siempre se habla de los que provocan disturbios y no de los que son ejemplos a seguir, por el respeto y buen comportamiento. Por lo tanto, la actuación de cien chicos empaña la imagen de otros miles que salieron a festejar un evento que se hace una vez al año de una manera relajada, alegre, con ganas de divertirse y cambiar un poco la rutina.

Muchos se preguntan si los padres son culpables de lo que provocan sus hijos, si no tienen la capacidad de educarlos y contenerlos para que puedan comportarse adecuadamente dentro de la sociedad, respetando a los demás. Sin embargo, no es descabellado pensar que esa horda de adolescentes que provocó los desmanes no hayan sido más que los aprovechadores de siempre que esta vez se disfrazaron de estudiantes.

De una u otra manera, queda claro que con un gran despliegue de uniformados habiendo creado el Operativo Chupina, con una logística detrás muy distinta a la del año anterior, igualmente las fuerzas policiales rosarinas son incapaces de prevenir y contener los disturbios y la inseguridad. Siempre llegan tarde a los acontecimientos que le competen, se hacen presentes cuando lo peor ya pasó y luego se quedan vigilando sólo con la intención de hacer acto de presencia. Ese es uno de los problemas habituales y por lo que generalmente reclaman los ciudadanos. En esta oportunidad queda de manifiesto en un evento multitudinario como el Día de la Chupina, pero ocurre en cada robo en los barrios y en cada hecho de inseguridad en cualquier parte de la ciudad. El problema no es la cantidad sino la calidad de las fuerzas de seguridad.

Pero como medio que quiere dar otra mirada a la realidad, para no llegar al final de la nota con un sabor amargo, cabe resaltar la actitud solidaria de otros adolescentes que eligen pasar su día de manera distinta. Por ejemplo, en la escuela Técnica N°5, ubicada en España 150, destinaron la jornada a mejorar el aspecto de la escuela. Por iniciativa del centro de estudiantes más de 50 alumnos de entre primero y quinto año concurrieron al colegio a pintar las rejas, limpiar bancos, paredes y pintar flores en un pequeño jardín. Al igual que hace dos años, los alumnos del Manuel Belgrano organizaron en el Día de la Chupina una jornada solidaria para juntar ropa y juguetes para el Hogar de Huérfanos. Seguramente historias como estas últimas se deben repetir en distintos puntos de la ciudad, sin embargo, siempre se resalta lo malo y lo bueno queda en segundo plano.

El Día de la Chupina debería ser un festejo destinado a la diversión, el respeto por los demás, la alegría y el pasar un buen momento con amigos, si se convierte en solidario tiene aún más valor. Siempre y cuando se pueda dejar de lado la violencia, el día será de festejo y entre los adolescentes mismos tienen que evitar teñirlo de oscuro para que siga siendo un día brillante y de luz en pleno otoño. 

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