Deserción escolar: un problema pendiente

23.09.2013 23:33

Más allá de la implementación del plan Volver a estudiar, el abandono secundario en la ciudad no disminuye sus índices

 

 (Por Sabrina Benitez y Alina Dondo) Según indican los números oficiales, el 20 por ciento de los jóvenes de Rosario no finaliza sus estudios secundarios. Sin embargo, desde la Asociación de Magisterio de Santa Fe (Amsafe) aseguran que el porcentaje es aún mayor. La deserción escolar es una problemática que afecta a la población desde hace más de dos décadas. Esta cuestión cuenta con múltiples causas directamente relacionadas con las políticas educativas y el panorama social del país.

En este 2013, desde el gobierno provincial se han intentado disminuir los índices de deserción secundaria a través del plan Volver a estudiar. Este se presentó en febrero y consiste en reclutar jóvenes que habían abandonado la escuela en 2011 y 2012 para que retomen el sistema, por medio de equipos socioeducativos -mayoritariamente conformados por psicólogos y trabajadores sociales- que visitaron sus domicilios ofreciendo alternativas para finalizar la educación obligatoria o aprender un oficio. Alrededor de dos mil chicos fueron visitados en Rosario con este fin.

Guillermo de los Hoyos, secretario de nivel medio de Amsafe Rosario y docente de Historia, acusó: “Los encargados de reclutar a los chicos lo hicieron en una situación terrible, se metían en el corazón de las distintas villas, solos, sin identificación ni seguridad laboral de ningún tipo”. Sin embargo, Marina Torres, jefa de prensa del Ministerio de Educación de Santa Fe, afirmó: "Son zonas ‑­difíciles pero se supone que un trabajador social está preparado para eso". Además, explicó que son profesionales de planta del Ministerio y por eso "el seguro está contemplado".

Torres indicó que las escuelas fueron notificadas por los supervisores, que les transmitieron el plan a los directores y así se fue bajando línea a los diferentes niveles. "En la institución se nombra un referente o tutor para que haga un seguimiento especial de los casos para que esos chicos no vuelvan a desertar", aseguró. Es por esto que las estrategias de contención se arman de acuerdo a la realidad y al establecimiento, es decir, son bastante artesanales.

Por su parte, De los Hoyos contó que le ofrecían a los chicos volver a las escuelas, le daban una cartilla de opciones pero en ellas muchas veces no había cupo para los ingresantes. “Fue una imposición, una orden que venía de supervisión sin darnos a docentes y directivos ninguna herramienta”, especificó el docente.

Uno de los encargados de reclutar jóvenes, admitió: "La mayoría de las  escuelas poco sabían de la cuestión. Tampoco se les daba a los chicos nada que conste que habían sido visitados por el programa, por tal motivo en muchas instituciones no se los escuchó o no terminaron de entender".

Además, De los Hoyos aclaró que desde el Ministerio no les ceden las herramientas para resolver la situación que le da origen al abandono escolar por lo que los jóvenes “van a volver a dejar la escuela”. Y agregó: “De hecho obligan a las instituciones mediante una orden verbal que hay que obedecer sí o sí sin que ninguna documentación se haga cargo del alumno”.

Claudia Etcharry, docente de Historia en las escuelas de Enseñanza MediaN° 435 y N° 431, sostuvo: “A mitad de año comenzaron a enviarnos a los chicos, los profesores no sabíamos cómo insertarlos en un grupo que venía trabajando desde marzo. Ni siquiera podemos evaluarlos como al resto”. Incluso hay casos de adolescentes que no están alfabetizados o que la última vez que habían ido a la escuela había sido en séptimo grado. No obstante, Torres ratificó: "Retomaron en marzo o abril, eso se flexibilizó. No era que el que no llegaba el primer día no podía entrar a la escuela".

De los Hoyos enfatizó: “Todo lo que se ve es una gran farsa mediática que tiene un gran impacto en los colegios que deben aceptar este tipo de irregularidades”. Sin ir más lejos, el joven que formó parte del equipo socioeducativo precisó: "En la primera instancia desde el Ministerio nos dijeron que teníamos que presentarnos como si fuésemos de parte de la escuela, o sea mentirle a la gente".

En uno de sus recorridos, el joven junto a Juan, un empleado de la Municipalidad, llegaron a la casa de un chico que había abandonado su casa un año y medio atrás. Entre la madre y el empleado municipal se dio un diálogo similar al siguiente:

-Mi hijo se fue de casa. Se drogaba y nos robaba a nosotros, su propia familia.

-Nosotros los vamos a ayudar, necesitaríamos tener nuevas entrevistas.

-Pero estoy desesperada, no lo veo nunca.

- Tranquila, te vamos a dar una mano con él ya sea con su adicción o con la falta de dinero en la familia.

Minutos después el joven le aclaró a Juan: “Si vas a ofrecer cosas que no están a nuestro alcance hacéte cargo. Sino no abras la boca porque yo tengo que volver al barrio”.

Como ésas, el empleado municipal hizo más promesas que sabía que no iba a poder cumplir. Sin dudas mentir era parte del plan ministerial.

Causas de la deserción en la ciudad

Guillermo de los Hoyos, secretario de Amsafe Rosario y docente de Historia, manifestó: “Hace 20 años que la escuela viene siendo objeto de un ataque sistemático por parte de los gobiernos”. Los sucesivos cambios curriculares generaron un vacío en los contenidos que sumado a las condiciones laborales de los docentes, cada vez más precarias, transforman el panorama escolar y dificultan la manera de educar”.

Asimismo, los problemas sociales como la violencia, el abandono familiar y el embarazo adolescente empeoran la situación. En relación al núcleo familiar, la psicóloga Florencia Gastaldi explicó: “La falta de afecto es un factor desencadenante en más de un 50 por ciento de los casos del fracaso escolar”. Agregó: “La primera escuela y pilar básico en la educación de un chico es su familia”. Es por esto que muchas veces una mala enseñanza tiene como consecuencia la frustración educativa.

Brian, ex alumno del establecimiento educativo “Atahualpa Yupanqui” contó que cuando su padre se fue de la casa, su mamá y él tuvieron que criar juntos a sus hermanos menores. “Cuando volvía de la escuela no hacía más que escuchar problemas –sostuvo–. Aunque los profesores me ofrecieron ayuda, lo que sucedía conmigo iba más allá de lo que me podían brindar”. Actualmente, Brian aún no regresó a la escuela. Sin embargo, es una cuenta pendiente que tiene muchas ganas de saldar.

Así como Brian hay quienes tienen que trabajar o hacerse cargo de la familia por lo que toman las horas en la escuela como un espacio para la sociabilidad y el juego. Claudia Etcharry, docente de Historia, señaló: “Es por esto que no tienen tiempo para sentarse a profundizar sus aprendizajes e incorporarlos realmente”. Etcharry comentó que lo vive en el turno noche de su institución donde los jóvenes‑­ son reclutados como soldaditos en villas o se encierran en sus casas para que no los encuentren. “Los chicos me dicen ‘¿cómo no vamos a venir a la escuela, profe? Pero venimos a charlar, en casa no se puede’. Así es imposible que aprendan”, agregó.

La mayoría de estos alumnos son los que finalmente no concluyen su educación secundaria o, en el mejor de los casos, llegan a quinto pero no rinden las materias adeudadas. En cambio, con el correr de los años esto se convierte en un obstáculo a la hora de buscar trabajo. “Además las familias alimentan esta cultura de terminar el año lectivo sin importar las materias previas”, resaltó el secretario de Amsafe Rosario.

Por otro lado, gran parte de los chicos no finalizan el secundario en los cinco años estimados. La repitencia se ha convertido en un problema cada vez más frecuente y esto hace que, ante el fracaso, los jóvenes abandonen la educación. Del mismo modo, según la perspectiva de los docentes hay dos momentos claves donde los alumnos deciden dejar la escuela. Durante el proceso educativo un 30 por ciento abandona en primer año del secundario. Mientras que en tercero, con la aparición de materias específicas en cada especialidad, un gran porcentaje de chicos decide lo mismo. Sin ir más lejos, De los Hoyos explicó que en primer año comienzan cuarenta chicos por curso aunque en quinto terminan diez.

“Hay mucha soledad del docente frente a la multiplicidad de problemas”, cuestionó el miembro de Amsafe Rosario. Las escuelas públicas de la ciudad se ven afectadas por la falta de personal capacitado para cada actividad. “Actuamos solos frente a los conflictos personales de los chicos y a veces las realidades que los atraviesan son terribles”, resaltó Etcharry.

Ante estas dificultades individuales los docentes responden “como pueden”, algunos mejor y otros peor. Termina siendo una cuestión de voluntarismo donde se los aconseja como alguien más y no un especialista en el tema. Para cambiar esta situación se necesitaría responder en forma colectiva y contar con las herramientas necesarias.

En 1992, la administración y financiación de las escuelas públicas de carácter nacional se convirtieron en una responsabilidad provincial. Junto con este cambio desapareció la óptima relación entre la cantidad de cargos y alumnos que permitía una contención y un trabajo individual sobre cada chico. “Es necesario reponer esto ya que un preceptor no puede estar a cargo de doce cursos y realizar un seguimiento personal”, enfatizó De los Hoyos.

Actualmente, las escuelas públicas no cuentan con gabinetes pedagógicos ni personal administrativo adonde puedan ser derivados los problemas sociales y de documentación, respectivamente. “Al no existir una secretaría es imposible saber qué chicos van dejando”, aseguró la docente. Si los alumnos no asisten a clase nadie se encarga de comunicarse con ellos.

Como consecuencia de esto, las actividades que deben realizar los docentes son cada vez más y en algunos casos poco tienen que ver con su profesión. "Las condiciones de trabajo nuestras son las mismas en las que los pibes y pibas, no sólo aprenden, sino que se desenvuelven en las escuelas", comentó De los Hoyos.

Ante una problemática tan compleja como la deserción escolar, De los Hoyos planteó que no existe una única solución. Es un trabajo que debe realizarse en conjunto entre Amsafe, el Ministerio de Educación provincial y los mismos alumnos. “Los chicos se deben dar cuenta que el derecho no es sólo ir a la escuela sino a recibir una educación digna”, amplió.

Por su alto porcentaje en los últimos años, donde el problema fue asumido, la deserción escolar es un tema recurrente en las agendas ministeriales. Aún no se ven grandes progresos en los establecimientos educativos y se siguen arrojando los mismos números. Esta debería ser una de las problemáticas que lleve más dedicación a las autoridades, ya que universalizar la educación es más que garantizar su acceso: se trata también de generar condiciones de permanencia y egreso.

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