Call-centers: Trabajo y estrés en los jóvenes

17.05.2013 00:44

 

Estos centros de atención surgen debido a la proliferación de la telefonía celular. La mayoría de los telemarketers tienen entre 20 y 25 años ya que se instalan generalmente en ciudades universitarias.

(Por Gisel Morón) Los call-centers son  centros de atención y realización de llamadas. A través de estos se comunican con los clientes de las empresas para vender o recibir quejas de los mismos.   Es un trabajo nuevo, de no más de diez años, que no cuenta con una regulación específica. Generalmente se instalan en ciudades importantes, en las que hay un gran número de estudiantes universitarios y muchas veces representa el primer trabajo para estos. Los empleados son atraídos por la oferta de horarios flexibles que les permiten compatibilizar el empleo con otras actividades, además no necesitan gran experiencia. También les permiten ganar más dinero con comisiones, cumpliendo los objetivos que le plantea la empresa. La gran mayoría de los trabajadores son tercerizados. Es decir, que son contratados por empresas que trabajan para otras en venta telefónica o atención de reclamos.

Pero no todo es color de rosa. Más de uno es seducido por las ventajas que propone el empresario, pero a la larga quedan a la vista sus consecuencias. Entre los inconvenientes se cuentan: la presión por alcanzar un objetivo de venta, lidiar con la agresión de la gente a la que llaman, realizar una tarea monótona, tener tiempos controlados para descansar o ir al baño y en algunos casos se llegan a tener problemas auditivos por el uso de auriculares para trabajar. “Juegan con las personas, uno accede por necesidad. Porque son pocas horas y a un estudiante le viene bárbaro”, confirmó Vanesa, de 24 años.

Por lo general se exigen entre 10 y 15 ventas al día. Aunque muchas veces estas no son tomadas y no se efectúan los pagos correspondientes. “Un mes me dijeron que había llegado al objetivo, y cuando fui a cobrar la comisión no me quisieron pagar. Me dijeron que se habían caído algunas ventas que realicé”, reconoció Vanesa. Lo que es cierto es que los telemarketers no cuentan con la posibilidad de verificar si estas caídas son verdad o no.

De esta forma los agentes telefónicos sufren constantemente una exigencia y una presión muy grande. Esto lleva a que, aunque muchos resisten, un alto porcentaje renuncia al poco tiempo, no soportando el maltrato laboral. “Vos por ahí estás hablando y tenés al supervisor atrás insultándote, gritándote para que logres la venta, también buscan que compitas con tus compañeros, y de eso depende que conserves el empleo”, señaló Rodrigo.

Este tipo de presiones hace que en la mayoría de los call-centers la rotación de empleados sea muy alta y nadie trabaje en el mismo lugar más de un año. De esta forma Vanesa también recalcó: “El trabajo es psíquico, vos tenés un objetivo que te exigen por día, no sabes si al otro día seguís con trabajo, además tenés que bancarte el maltrato, el mal ambiente, el no poder respirar ni comer tranquila en el horario de trabajo”. Queda a la vista, que es necesaria una ley que regule la situación. Sólo existe un código de buenas prácticas que no es cumplido.  Este  detalla minuciosamente las condiciones edilicias que deben implementarse para desarrollar la jornada laboral: garantizando la calidad y la renovación del aire, las áreas de trabajo y sistemas de evacuación ante cualquier riesgo. Esta normativa también pauta la organización de la jornada laboral estableciendo días y horarios de reposo, la programación mensual de turnos, la realización de exámenes médicos periódicos para los trabajadores y la constitución de Comités Mixtos de Salud y Seguridad en el Trabajo. 

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