Acordes en las calles de una gran ciudad

30.04.2013 01:19

 

(Por Ignacio Vila Ortiz) Sonido constante. Eso es lo que uno escucha en el centro de la ciudad. Autos, maquinaria de construcción, voces, suelen ser los más comunes que uno oye al transitar por esas calles (dejando de lado los piropos de algún que otro obrero hacia las mujeres). Pero siempre, en algún momento, uno se encuentra con una melodía que a todos les gusta, formada gracias a los acordes de algún instrumento, que a veces viene acompañado de una gran voz.

 ¿Quién no escuchó alguna vez decir “mi vida tiene música de fondo, y es ésta canción”?. Tener la suerte de escuchar ese tema que te identifica por unos segundos, cuando va caminando ocupado hacia algún lugar, te mejora el día. Por lo menos por unos instantes. Y los responsables de eso son ellos: los músicos callejeros.

 Todos lo hacen por el placer de tocar. Es verdad que algunos necesitan más que otros el dinero que la gente amablemente les deja, pero todos comparten un mismo denominador: la música. Artistas intrépidos, como verdaderos aventureros, deseosos de preservar su arte, que para ellos es mucho más que una simple ocupación o un trabajo, es su modo de vida.

 Muchos hacen esto desde hace años. Alcanza con hacer un poco de memoria y traer a la mente ese recuerdo de unos de tus paseos por el centro, tomado de la mano de tu madre, para recordar el asombro de ver a esos mismos hombres, mujeres o grupos tocando en la calle.

 Alcanza con tomar como ejemplo a Jimena, una muchacha de Colombia que solamente vive de su amor a la música, y que nunca va a dejar de lado su pasión: tocar el clarinete en público. A los pocos minutos de verla en acción los primeros efectos se hacen notar. Una pareja se acerca a ella con timidez y, después de aplaudir el segundo tema interpretado, dejan algo de propina y le preguntan el nombre de la canción instrumental que tocó con tanta pasión. 

 Poco después, una nena de tres años empieza a bailar y se deja llevar por el ritmo, dejando en claro que esa es la fuerza de la música callejera, que da frutos instantáneos y los efectos aparecen sin límites de espacio, de culturas o de edades.  Sorpresivamente, alguien desde el público pide la interpretación de “The Shire (concerning hobbits)”, canción del músico Howard Shore incluida en la película “El Señor de los Anillos”. Jimena con espontaneidad, toca la línea melódica principal y cumple con el pedido.

 Con su increíble simpatía, la clarinetista colombiana no habla mucho acerca de las malas experiencias, que admite son numerosas, porque la calle también tiene sus sorpresas, sus situaciones incomprensibles y su anonimato. Todo músico callejero está expuesto a robos, maltrato o amenazas de otros artistas.

 La pasión de los músicos por la calle también conlleva entrega y coraje. Va más allá de la necesidad de tocar y, sin duda, de ganar dinero. El músico callejero es un animador, un artista comprometido con su arte, que nunca cuenta las horas y que tiene una canción para cada situación. Sólo basta pedírsela.

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